Entre las resoluciones para el Nuevo Año, este año me propuse simplificar mi vida en todos sus aspectos. Uno de esos aspectos es en mi hogar. Si Dios asi lo permite, mi esposo y yo nos gustaría mudarnos a una casa más pequeña. Ya los hijos están casi fuera de la casa y nos gustaría vivir con más sencillez. Pero te puedes imaginar la cantidad de cosas que hemos acumulado en los veinte años que llevamos viviendo en esta casa. Entonces pensé, ¿para qué esperar? ¿Por qué no comienzo a simplificar mi entorno desde ya? Así que comencé a hacerlo.

Una manera de hacer esto es limpiando una gaveta semanal. Son 52 semanas. No creo que tengo tantas gavetas, pero en el mes de enero ya vacié y limpié 15 gavetas. Saqué todo lo que tenian, las limpié, boté lo que ya no tenía uso, reciclé lo que se pudo y sólo devolví a la gaveta lo que necesito. He tenido un buen comienzo. Veremos si logro hacer esto con todas las gavetas.

La segunda forma de simplificar mi entorno es reduciendo la compra de artículos. Ahora si compro un artículo de ropa, calzado, cama o baño, regalo o descarto 1 o 2 artículos existentes. La realidad es que tengo en mi closet y en los armarios ropa y calzado que no uso. Cada cama tiene 2 o 3 sets de sábanas, pero actualmente sólo usamos una cama. Literalmente tenemos una docena o dos de toallas y somos sólo dos personas. No es necesario tantos artículos. Quizás cuando estaban los muchachos en la casa esta cantidad era necesaria, pero ya no lo es.

Todos los años yo hago una recolecta de ropa y la regalo, pero el closet se llena rápido. Y si soy honesta, siempre visto con las mismas 20 o 30 piezas de ropa. Me encantaría tener solo 40 piezas de ropa en mi closet. Me he propuesto disminuir mis vestimentas a una cantidad razonable.

El tercer cambio que he hecho es que diariamente le dedico par de minutos a recoger la casa y guardar cada cosa en su lugar. En mi escritorio, por ejemplo, tenía torres de libros, uno encima del otro, y al terminar el día, no los guardaba. Al contrario, se seguian acumulando más y más. Ese ya no es el caso. Cada tarde, al salir de la oficina, dejo mi escritorio libre de todo lo que no debe estar ahí y lo devuelvo a su lugar. Mi esposo dejaba los controles del televisor tirado cada tarde sobre la mesa de la sala. Ahora tiene una caja decorativa en la mesa y cada día se guardan los controles ahí. Cada cosa en su lugar.

Antes yo trataba de limpiar toda la casa en uno o dos días. Y eso funciona para muchos, pero a mí se me hacia un poco dificil porque trabajo fuera de la casa y mis dias libres se iban en limpieza. Ahora tengo un horario de limpieza que dura de lunes a viernes. Cada día me asigno tareas. Al llegar el viernes, mi casa está limpia. La ropa está lavada. Y los  fines de semana están libres para disfrutarlos con mi esposo, familiares, amistades y con los hermanos de fe.

 

Puntos Prácticos

  1. ¿Qué es lo que te toma mucho tiempo y no te agrada hacer? Haz una lista de esas cosas y mira a ver cómo puedes reducir ese tiempo.
  2. El Señor es un Dios de orden. Cuando tenemos la casa en orden, le glorificamos. Decide cómo puedes hacer para mantener orden en la casa. Recuerda que no es perfección lo que estamos buscando. 
  3. Revisa tus artículos de ropa, calzado, cama y baño. ¿Tienes cosas que puedes donar a alguien en necesidad?
  4. Lee el capítulo 31 de Proverbios del verso 10 en adelante. No lo debes interpretar como una lista de tareas a realizar, sino que sus labores resultan en bendiciones para ella y para su familia. 
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