Lectura Bíblica: Carta a los Efesios 2, 13 – 18:
Ahora, sin embargo, por Cristo Jesús, vosotros, que en otro tiempo estabais lejos, habéis sido acercados por la sangre de Cristo. En efecto, él es nuestra paz: el que hizo de los dos pueblos uno solo y derribó el muro de la separación, la enemistad, anulando en su carne la ley decretada en los mandamientos. De ese modo creó en sí mismo de los dos un hombre nuevo, estableciendo la paz y reconciliando a ambos con Dios en un solo cuerpo, por medio de la cruz, dando muerte en sí mismo a la enemistad. Y en su venida os anunció la paz a vosotros, que estabais lejos, y también la paz a los de cerca, pues por él unos y otros tenemos acceso al Padre en un mismo Espíritu.
Reflexión:
Una de las películas que me ayudó a ver lo que realmente significa que Jesús derramó su sangre por mí es la Pasión de Cristo de Mel Gibson. Esa película enseña la cruda realidad de lo que sufrió Jesús por mí. Siendo Dios, ¿no pudo redimirme de una manera menos dolorosa que la cruz? Pues claro que sí. Él es Dios. Pero escogió la cruz. La cruz, para los judios de la época, era considerada una maldición y es precisamente el medio que escoge Dios para transformar esa maldición en redención.
Él es nuestra paz. Paz no quiere decir ausencia de penas y dolor. Paz significa “restaurar lo que estaba quebrado (reconciliación).” Eso es lo que te ofrece Dios. El Príncipe de la Paz quiere adentrarse en tu dolor, derribar los muros que has edificado que te separan de Él y del amor de tus hermanos, restaurarte y darte acceso al Padre. De hecho, eso es lo que hizo en la cruz por la humanidad. Hay una frase en inglés “Been there. Done that.” Que en español significa he estado allí y he hecho eso. Jesús te lo dice hoy, personalmente a ti. “Yo he estado ya en la cruz y sé por lo que estas pasando. Y te cuento más. Fui victorioso. Permíteme ser tu paz.”
Para Pensar:
¿Cómo cambia tu concepto sobre el sufrimiento el saber que es en medio de tu dolor que Dios quiere transformarte? Permítele ser tu paz.
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