Lectura Bíblica: Carta a los Efesios 3, 13 – 16:
Por ello pido que no os desaniméis a causa de mis tribulaciones por vosotros. Ellas son vuestra gloria. Por este motivo, me pongo de rodillas ante el Padre, de quien toma nombre toda familia en los cielos y en la tierra, para que, conforme a las riquezas de su gloria, os conceda fortaleceros firmemente en el hombre interior mediante su Espíritu.
Reflexión:
Mi suegra era una mujer de gran fe. Cuando ella se incapacitó y ya no podía caminar, su gran dolor era no poder ponerse de rodillas para orar. Ella le pedía a los hijos que la pusieran de rodillas un rato para ella poder presentarse ante Dios. Si tenía manguillas puesta, se tapaba los hombros con alguna toalla. Ella le tenía un gran respeto a Dios. Ella fue para mí un gran modelo de una mujer de Dios. Temprano cada mañana, yo también me presento a Dios en oración y lo hago de rodillas (siempre que me lo permita la artritis), pero no siempre fue así.
Yo antes me preocupaba mucho por el servicio y la caridad. No es que hay algo malo con el servicio. No me tomes a mal. Si me daba el tiempo, entonces tomaba unos minutos para una oración rápida. Cuántos cristianos hoy día cometen el mismo error que yo. Dar, dar, dar y no preocuparse por el hombre/la mujer interior. Es precisamente en el interior donde Dios nos da la gracia de poder servir y dar.
De la misma manera, hay muchos católicos que te pueden recitar todos los mandamientos, las oraciones y la doctrina, pero no tienen una relación de intimidad con Dios. Para ellos, la catequesis llegó antes que la conversión. No es culpa de ellos. Así ha sido estructurada la Iglesia Católica por décadas.
Hoy te invito a pausar y pensar en la mujer interior que hay en ti. ¿De dónde salen sus fuerzas para la caridad; de Dios o de si misma? La mujer interior necesita llenarse de Dios primero. Ella debe ser como una represa que se va llenando del amor de Dios hasta llegar a la cúspide. Luego, no tiene otra opción que ir derramando ese amor sobre los demás, siempre buscando llenarse de Dios en todo momento. Si deja de llover, la represa no puede desembocar. Asi le pasa a la mujer interior. Si no se llena del amor de Dios, no lo puede dar a los demás.
Para Pensar (Mediante Su Espíritu):
¿Cómo puedes fortalecer tu vida interior? ¿Cómo puedes llenar tu represa hasta que se desemboque en los demás? Pídele al Epíritu Santo te fortalezca firmemente tu mujer interior conforme a sus riquezas.
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